He visitado algunos países, no tantos como me gustaría, pero no tan pocos como otros españoles. Siempre me sedujo el continente americano. Culturas diferentes a la europea que me atrajeron desde mis años en la Universidad. Soñaba con visitar ese continente, que se figuraba en mis sueños como algo nuevo, emocionante, desconocido… Y tenía que conseguir verlo con mis propios ojos.
Mi primera parada fue el estado de Virginia, en la James Madison University, un año, haciendo lo que más me gustaba: enseñar español. Ver Washington, la Casa Blanca, Nueva York… Siguiente parada, que me robó el corazón, Méjico, Playa del Carmen… visitar las ruinas mayas de Tulum, Chichén Itzá, Cobá me hizo sentir la fuerza de miles de años que me miraban desde la Gran Pirámide.
Y mi última experiencia: Salvador de Bahía. Tan solo estuve allí dos semanas, pero Salvador se ha metido tanto dentro de mí que no la puedo sacar de mi cabeza. Y ahora he decidido pegar el gran salto atlántico.
Antes de viajar a Salvador, mi novia (te quiero Zanna), que es natural de allí, me informó de lo que iba a ver, lo bueno y lo malo de una ciudad de más de 3 millones de habitantes, pero puedo aseguraros de que se quedó corta. Tengo que decir que vengo de Salamanca, una ciudad famosa, pero pequeña, y siempre nos asombran las ciudades grandes.
Llegué a Salvador ya de noche, un jueves, y bastante cansado por el viaje. Tengo que reconocer que los aeropuertos no me gustan, los odio, es el único lugar en el que parece que eres culpable de todo hasta que demuestres lo contrario, y salir del control de aduana me hizo sentir un gran alivio. Puse el pie en la calle y, por fin, estaba en Brasil.
A partir de ese momento, Salvador se fue metiendo en mi alma como el veneno de la serpiente, lento pero implacable: sus playas, sus iglesias, el Pelournho, su música, sus tradiciones, Candeal (gracias Leo), sus puestas de sol, la Bahía de todos los Santos… Todas esas escenas se quedaron grabadas en mi retina. Todo era una sorpresa para mí, todo nuevo, y dentro de mí volvía a nacer una curiosidad de niño, quería ver todo.
Y ahora entiendo qué es saudade, la palabra más repetida de la música brasileña, y también entiendo porqué todos los brasileños quieren siempre volver a su país.
Y, ahora, gracias a España Aquí (Jordi y Segundo, gracias por esta oportunidad) comenzaremos esta aventura juntos. Tengo muchos proyectos para ayudar a que más brasileños hablen español. Una nueva lengua es abrir el futuro.
¡Os espero en España Aquí Salvador de Bahía!
¿Te has encomendado a algún Orixá?
ResponderEliminarSí, sí, Vicente... Iemanjá
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